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El adiós a Ateo Jordán

La familia comunicó su deceso en la mañana de este viernes 19 de mayo. Ateo Alcides Jordán, hijo de un dirigente gremial anarquista que estuvo presente en la trágica jornada del 1º de Mayo de 1921 en Gualeguaychú, donde las fuerzas reaccionarias asesinaron a por lo menos 19 personas. Ateo vivió para contar esa historia, muchos años ocultada, y fue el custodio durante décadas de la bandera de la Federación Obrera que integraba su padre.

 

REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES

 

Ateo Alcides Jordán había nacido el 1º de julio de 1939. Su curioso nombre encerraba una historia trágica en la que fue protagonista y víctima su padre, Ángel Nicolás Jordán, obrero panadero anarquista que estuvo entre los organizadores del reclamo por las ocho horas de trabajo en Entre Ríos a comienzos del siglo XX.

Aquel reclamo pasó a la historia por razones terribles: el domingo 1º de Mayo de 1921, en la ciudad de Gualeguaychú, un nutrido grupo de la Federación Obrera Departamental (asociada a la FORA, la central obrera anarquista argentina) marchaba en conmemoración del Día Internacional de la Clase Trabajadora y en reclamo por las reivindicaciones que hoy nos parecen básicas (jornada laboral reducida, descanso dominical, prohibición del trabajo de los menores, etc) pero por aquel entonces los sectores del poder consideraban “subversivas”.

La marcha obrera fue de pronto objeto de un ataque a balazos de parte de fuerzas conservadoras, vinculadas a la oligarquía entrerriana: la funesta "Liga Patriótica Argentina", encabezada por Manuel Carlés. Querían destruir la bandera roja de la FOD y acallar el reclamo obrero, y lo dijeron explícitamente. Hubo muertos y heridos, durante años se discutió cuántos eran. La placa en el cementerio de la ciudad vecina recuerda a cuatro víctimas fatales, pero hoy se sabe que fueron por lo menos 19, incluyendo a un sargento de apellido Urriste, que se interpuso ante los liguistas. Hubo casi 40 heridos. Mujeres y niños también fueron alcanzados por los disparos.

Durante años la historia fue ocultada porque entre sus responsables había demasiados apellidos “ilustres” de Entre Ríos, varios de ellos aun tienen calles que los nombran, en la propia Gualeguaychú. Con el tiempo la labor de investigación fue iluminando los sucesos, pero el episodio todavía es poco conocido. Y una de las voces que más hizo por que esta historia se conociera, fue la de Ateo Jordán.

Un nombre con un mandato

Ángel, el papá de Ateo, había nacido en Gualeguaychú el 6 de diciembre de 1888 y como su padre, fue panadero. A los catorce años empezó su labor y, de espíritu luchador, pronto se sumó a la organización del gremio panadero, quienes junto a estibadores y carreros, se sumaron a la Federación Obrera de la República Argentina (FORA), de inspiración anarquista y decidida a la luchar por las ocho horas de trabajo como principal reclamo.

Angel fue quien el 1º de mayo de 1921, en la entonces Plaza Independencia (hoy San Martín), rescató la bandera de los trabajadores al caer muerto quien la sostenía (Angel Silva), cuando los oligarcas de la Liga Patriótica atacaron a los obreros. Angel desde ese momento fue perseguido por sus ideas, y debió refugiarse en casas de amigos en Paraná, Colón, Concepción del Uruguay, y en varias ocasiones su humilde vivienda de Gualeguaychú fue rodeada y asaltada en una obsesiva búsqueda de la bandera por parte de la policía.

Angel fue secretario general del gremio panadero varias veces, y falleció el 23 de junio de 1985, a los 87 años de edad. Tuvo seis hijos: Atilio, Germinal, Elio, Libertaria, Ateo y Dardo.

Ateo se llamaba así porque Ángel, su papá, vio en aquella jornada terrible cómo disparaban a los obreros desde la torre del campanario de la Iglesia. Ángel vio las balas, recibió dos impactos, vio cómo tiraban con armas largas, vio cómo las balas venían desde la Casa del Señor, vio morir a sus compañeros y a sus familias, vio el terror de las personas heridas. Y fue tal su indignación que dijo: “A mi próximo hijo lo llamaré Ateo”. Así lo contaba el propio Ateo:

“Esa tarde, mi padre Ángel, se defendió como pudo de la Liga Patriótica. De pronto vio como los curas de la iglesia habían facilitado a éstos últimos la torre del campanario para que desde allí tiraran con armas largas contra los trabajadores anarquistas. Él recibió dos impactos de bala. Fue tal la indignación que mi padre dijo en voz alta: ‘A mi próximo hijo lo llamaré Ateo’. Y por eso me llamo Ateo y llevo con mucho orgullo ese nombre.”

El nombre, así, se convirtió en mandato. Ateo dedicó su vida a narrar lo ocurrido y es autor de un libro que cuenta 100 años de lucha obrera en nuestra zona. Ateo vivió fiel al legado de su padre, y con el tiempo, llegó el reconocimiento a la verdad histórica e incluso el reconocimiento personal: en 2016 fue nombrado “Ciudadano Destacado” en Gualeguaychú. Y guardó hasta el final la bandera roja de la FOD, con la que iba a dar charlas adonde se le daba el lugar para hacerlo.

Hoy su partida entristece a quienes lo conocieron y lo valoraron como militante social y luchador por la memoria y la justicia.

Más información

A cien años de la represión obrera en Gualeguaychú y el mandato de un nombre

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