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Germán Exequiel Velázquez es paranaense y se encuentra prófugo de la Justicia santafesina y tiene pedido de captura internacional a través de Interpol.

El narco paranaense que nadie pudo ver

Nadie sabe explicar muy bien cómo fue que creció en el mundo del narcotráfico de Paraná y Santa Fe, sin que se enteren los investigadores policiales. Germán Exequiel Velázquez es paranaense y hace ya varios años que está vinculado al negocio de la droga, aunque ahora se encuentra prófugo de la justicia santafesina.

(de Cuestión de Fondo/ANÁLISIS).

En septiembre del 2013, Velázquez tenía 28 años y fue detenido en Santa Fe, junto a Milton Damario, acusado por el crimen de Claudio “Pájaro” Cantero, el líder de Los Monos, la organización narco que decidía la vida y la muerte en Rosario y alrededores.

Pero Damario logró la absolución por falta de pruebas. La vez que lo detuvieron, en ese 2013, Damario reconoció que estuvo escondido en Paraná, al parecer en el camping de La Toma y para ello se valió de la apoyatura logística del paranaense.

Velázquez era el que escondía y proveía de cocaína en Paraná a Milton Damario, que era de la banda de Pollo Bassi, el que estaba encargado en mayo de 2013 del crimen del líder de los Monos, Pájaro Cantero. Después del asesinato, Damario se fue a Paraná y estuvo hasta setiembre de ese año. Lo detuvieron en Santo Tomé, en setiembre de 2013 con Velázquez. Milton Damario fue preso a Coronda, pero a Velázquez no lo pudieron detener por mucho tiempo porque no tenía causa en ese momento. Velázquez, a la vez, le siguió proveyendo cocaína a la familia de Milton. Las hermanas de este sicario movían droga desde un departamento en calle Gaboto, en la zona sur de Rosario.

El mencionado narco entrerriano nunca se alejó de la actividad, aunque nadie lo detectó en la Policía de la provincia. De hecho, su nombre, en el organismo de Toxicología que lidera el comisario Lucio Villalba, no existe. Tampoco hay registros en toda la repartición, lo que no deja de ser extraño y sorprendente, por el nivel de operatividad de Velázquez, para distribuir tanto marihuana como cocaína, proveniente de Paraguay, a través de un negociante de Clorinda (Formosa), que terminaba vendiéndose en la capital entrerriana, pero también en Santa Fe y Rosario.

Según pudo determinar el programa de televisión Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral), Velázquez se instaló a mediados de 2017 en dos viviendas casi contiguas, a escasas cuadras de la plaza principal de Paraná. Primero alquiló, a una conocida inmobiliaria también céntrica, una casa en calle Pellegrini 417, incluido su garaje. Y esperó paciente a que terminaran las remodelaciones que encargó, para irse a vivir luego a la parte superior de Pellegrini 405. Hizo instalar varios equipos de aire acondicionado y se ocupó de modernizar cada uno de los espacios, con costosas pantallas de TV y tecnología. La primera vivienda era su residencia oficial, pero allí nunca lo iban a encontrar y fue parte de su estrategia también. Incluso le anticipó al dueño, un conocido escribano de Paraná, que en los meses siguientes iba a realizarle una importante propuesta económica para adquirir los dos inmuebles.

El mencionado narco entrerriano nunca se alejó de la actividad, aunque nadie lo detectó en la Policía de la provincia. De hecho, su nombre, en el organismo de Toxicología que lidera el comisario Lucio Villalba, no existe.

En el barrio se vendió como un importante empresario constructor, pero con desarrollo en la provincia de Santa Fe que nadie se ocupó de confirmar. Se movía con una camioneta Toyota modelo 2019 y su mujer tenía una moderna Honda CRV. Lo único que resultaba extraño en el barrio era el continuo movimiento de remises, en especial en horas de la mañana. Llegaban, bajaba alguien y a los pocos minutos salían con algún paquete no determinado. Era su forma de proveer a determinados barrios de Paraná, en especial después de la caída de varios de los jefes del narcotráfico, como Gustavo “Petaco” Barrientos, Elbio Gonzalo Caudana o Daniel “Tavi” Celis.

Velázquez pasó a ser el proveedor clave del santafesino Luis Paz, un poderoso empresario rosarino, vinculado al negocio del boxeo y al narcotráfico, cuyo hijo Martín fue asesinado por dos sicarios en 2012, en pleno centro de Rosario. La mano derecha de Paz era el arquitecto santafesino Andrés Fernando Canteli.

El año pasado, la Policía Federal de Santa Fe los venía siguiendo por orden del juez Federal número 2 de dicha capital, Walter Rodríguez, a raíz de dos operaciones en las que los tres personajes mencionados habían participado. Siempre el proveedor era el paranaense Velázquez, cuyos movimientos en esta capital tampoco pudieron ser determinados por personal de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Entre Ríos, pese a que toda su dotación se instaló en una inmensa casona de Montevideo y Pellegrini, a no más de 70 metros de las viviendas del narco entrerriano.

Fueron los sabuesos santafesinos los que detectaron una reunión de Paz, Canteli y Velázquez en la estación de servicios Axion, ubicada en la entrada del supermercado Walmart, frente a barrio El Pozo. El encuentro fue el 12 de noviembre de 2018. Allí Velázquez llegó de Paraná con otros dos individuos del negocio narco, que nunca fueron identificados.

A los pocos días, exactamente el 11 de diciembre, apareció una camioneta en la puerta del arquitecto Canteli, con casi 150 kilogramos de marihuana. La Policía Federal la encontró un día después de las detenciones de Paz y Canteli, a quienes venían haciendo escuchas telefónicas, al igual que a Velázquez.

Los investigadores también descubrieron que la camioneta Honda CRV a nombre de la esposa de Velázquez, Marianela Blanco, tenía una Tarjeta Azul para conducir asignada a Luis Alberto Paz.

Canteli y Paz quedaron detenidos, después de casi 30 allanamientos realizados. A Velázquez nunca lo pudieron encontrar en sus domicilios de calle Pellegrini ni en una residencia de Las Urracas y Los Jazmines, que también tenían apuntada. Los investigadores allanaron los lugares de calle Pellegrini, los revisaron de punta a punta y hasta abrieron a martillazos algunos lugares internos que consideraban podían ser espacios camuflados. Solamente se llevaron cerca de tres mil dólares, una notebook y documentación variada.

El 28 de mayo se ordenó la detención de Velázquez, pero nunca apareció. Por eso fue que el mes pasado se dispuso su rebeldía y captura internacional. El paranaense ahora aparece en los registros de Interpol. Pero nadie sabe de su paradero.

 

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