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Los políticos poderosos apuestan al espanto

Parafraseando a Borges, pero sin nada de su talento, los dos grupos políticos principales de la Argentina apuestan a vencer por el espanto. La decadencia y la miseria intelectual y espiritual, en todo su esplendor.

 

Por JULIO MAJUL especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

Me gusta imaginar a Jorge Luis Borges escribiendo, en un bar parisino, uno de sus poemas a Buenos Aires, ese en el que le dice que no los une el amor sino el espanto, y será por eso que la quiere tanto.

Dudo mucho que la clase dirigente argentina haya leído a Borges,  pero la práctica política de este año 2017, hasta ahora, nos muestra que han decidido conseguir votos mediante el espanto.

Nadie atina a decir qué es lo que concretamente propone como diferente de los otros sectores; tanto macristas como kristinistas apuestan a demonizar al otro, basando en el espanto sus campañas.

Así, el macrismo agita el fantasma del regreso de la corrupción, la intolerancia y la irrealidad kristinista; y el kristinismo compara a Macri con la horrible dictadura de 1976 y con lo peor de la oligarquía nativa.

Nadie explica la raíz de la decadencia nacional; prefieren (ya se dijo) demonizar al Otro y ni se les ocurre hacer la menor autocrítica.

En definitiva, macristas y kristinistas son dos caras de la misma moneda: ni uno ni otro se animaron a enfrentar el poderío de las multinacionales del dinero, que son la verdadera amenaza mayor de la argentinidad.  El kristinismo permitió que las ganancias de los Bancos extranjeros llegaran a niveles que superaron sus propios sueños. Y el macrismo difunde el bolazo de las inversiones extranjeras como una panacea. Ambos apostaron a los negociados con Vaca Muerta, una segura fuente de muerte para millones de argentinos, y posible vía de enriquecimiento de los grandes capitalistas, de todo origen por supuesto.

El kristinismo aseguró con Kiciloff que estaba poniendo en marcha teorías marxistas, cuando lo único acertado fue el keynesianismo de favorecer el mercado interno; cuidando de favorecer más a los más grandes, y que se produjera el “derrame” de Cavallo, para que las PyMES argentinas y los trabajadores recogiéramos las migajas que nos tiraban las multinacionales del dinero.

El macrismo elimina las retenciones a las mineras que siguen envenenando a los argentinos que viven en su alrededor; y asegura que el derrame de inversiones extranjeras nos hará crecer a zancadas. Tremendo bolazo que nunca resistió ningún análisis económico serio.

 

Y EL PUEBLO…

        Y el pueblo argentino, sometido a la propaganda de ambos bandos, parece prenderse a la puja de quién es peor, que han desatado los grupos en pugna.

En lugar de analizar lo que ocurre. y tratar de desentrañar qué debiera hacerse en  nuestra pobre patria para forjar una Nación grande, libre, justa, democrática y federal; estamos siendo testigos (y forzados de todos modos a tomar partido) de una lucha de dos bandos igualmente escuálidos de razones, que sólo tratan de demostrar que el Otro es peor.

 

YA QUE HABLAMOS DE BORGES…

        Y ya que empecé recordando a don Jorge Luis, sería bueno recordar lo que escribió mucho después de Buenos Aires; ese poema donde enseña que “nadie es la Patria, pero todos lo somos”.

Sería bueno que macristas y kristinistas lo pensaran. Pero están demasiado ocupados en pensar en cómo ganar la próxima elección, como para pedirles que piensen en algo tan vago, y lejano a sus aspiraciones,  como la Patria.

 

 

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