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Miguel Angel Pepe: "Sólo la solidaridad puede salvarnos”

La frase de Miguel Ángel Pepe sintetiza los valores que defendió a lo largo de su vida. Para quienes lo conocieron fue un horizonte en la provincia de Entre Ríos.

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El 1 de febrero falleció a los 95 años el agrimensor y cooperativista Miguel Ángel Pepe, una de las personalidades prestigiosas de Concepción del Uruguay. En 2019 la Municipalidad lo nombró “Vecino Destacado”, con razones más que sobradas: fue agrimensor, actor de teatro, arqueólogo, docente, decano de la UTN, escritor, director de la Fraternidad, dirigente cooperativista, presidente del Colegio de Ingenieros de Entre Ríos, autor de cuentos y poesías, militante socialista, candidato a intendente, titular de la Mesa de las Cooperativas de Entre Ríos, fundador o impulsor de importantes empresas cooperativas de la región, y el primer presidente del club Parque Sur.

El Portal de las Cooperativas lo homenajea rescatando fragmentos de una entrevista realizada en la desaparecida revista entrerriana partidaria socialista “En Marcha”, en abril de abril de 2000, donde resaltó los valores del cooperativismo

“Desde que me afilié al socialismo, allá por 1945, supe que lo que había escrito Juan B. Justo sobre la ‘Cooperación Libre’ era algo muy claro y eficiente para apoyar la liberación económica de los trabajadores, y que coincidía con lo que yo pensaba de la militancia política: una forma activa y práctica de desarrollar una idea, de abandonar las elucubraciones teóricas y trabajar en algo palpable, cuyos resultados fueran el fruto de la actividad cotidiana”, contó al principio de aquel reportaje.

“No creo en la cooperación como una panacea universal. Los que buscan el paraíso en la tierra generalmente encuentran el infierno. La Cooperativa no resuelve todos los problemas, sino que ayuda a los que menos tienen a organizarse para defenderse. Las Cooperativas no son sociedades de beneficencia, sino organizaciones económicas que en lugar de tener un propietario capitalista, están al servicio de sus asociados. Si yo no tengo un capital para encarar una empresa sea de producción, de comercialización o de servicios, uniéndome a otros que se encuentran en una situación similar puedo ir pensando en la creación de una forma jurídica que se adapte a las necesidades inmediatas. Ahí aparece la cooperación como herramienta para reunir voluntades, capitales y esfuerzos”.

“Creo que no es el fin último de la Cooperativa solamente bajar los costos. Me parece que es más importante la creación de puestos de trabajo, el desarrollar tareas que son auténticamente necesarias para el pueblo, mantener el dinero dentro del ámbito en que se produce y que no emigre de acuerdo a las conveniencias del propietario. En fin: que la Cooperativa vaya creando conciencia de que la liberación es una tarea de todos los días y que sólo la solidaridad puede salvarnos”, remarcó.

Consultado sobre el manoseo que suelen ser objetos las Cooperativas, reflexionó: “Creo que en toda obra humana existe la posibilidad de deformación y a veces de delito, por eso decimos que hay muchas Cooperativas y pocos cooperativistas, porque ser cooperativista exige participación, control, trabajo efectivo y diario al lado de los dirigentes y sobre todo crítica constructiva que permite mantener a la organización dentro de los auténticos postulados democráticos que le dan origen. Además no creo que la palabra sociedad anónima sea deleznable. Lo importante es que demos a nuestras cooperativas las características que la determinan como forma idónea de defensa del productor y del trabajador”.

“Por qué el sindicalismo no ha apoyado históricamente al cooperativismo?”, se le preguntó en aquella ocasión, y Pepe no dudó: “Siempre he pensado que el trípode del cambio en lo social debía ser el partido político –más concretamente un partido obrero socialista–, el sindicato y la Cooperativa. Son los tres elementos que dentro de sus áreas pueden movilizar una verdadera revolución en el más puro sentido de esta palabra. Y en las tres áreas, si no contamos con la solidaridad, estamos perdidos. Por eso debemos hacer escuela y enseñar con nuestra permanente actividad que no son necesarios muchos discursos para crear las condiciones de un cambio en el futuro, sino la acción práctica en lo cotidiano”.

 

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